viernes, 19 de abril de 2024

Primer romance, primera decepción


-         Salgamos a la playa!

-         No puedo, Peter me va a llamar, quedamos en salir - ante esto mi celular sonó y sonreí.

-          ¿Amor? ¿Gina? - habló mi lindo enamorado - Debo quedarme a trabajar, lo siento, pero, mañana salimos te lo prometo.

-         Está bien amor, ¿no te importa si voy a la playa con las chicas? - pregunté apenada.

-         Para nada diviértete y recuerda que te amo, debo colgar ¡chau! - colgó el teléfono y me quedé triste.

-         ¿Puedo adivinar? - habló mi mejor amiga Valerie, te dejó plantada otra vez, no sé porque te sorprendes Gina, porque a mí, no.

-         Tiene que trabajar, no es como si se fuera a bailar por ahí con otra – respondí algo molesta. Valerie dejó el tema cerrado y fuimos a su casa a esperar a nuestros demás amigos.

Eran casi las diez de la noche cuando tomamos el taxi a la playa y la mayoría iba en parejas, en ese instante hubiera preferido quedarme en casa, pero, ya no se podía hacer nada.

Habían tres personas nuevas en el grupo, una chica su nombre, Mayra, cabello pelirrojo, obviamente teñido, era más bajita que yo, y hablaba demasiado, luego dos chicos, Víctor y Walter. El primero tenía cabello castaño, era delgado y serio en contraste con el otro chico, me pareció atractivo, era todo lo contrario a mi Peter, este chico era alto, delgado, ojos oscuros y una linda sonrisa. Peter, era más bajito que yo, tenía ojos miel y el cabello algo maltratado, no sé cuidaba mucho, muy por el contrario, este chico Walter parecía metrosexual, su liso cabello estaba bien engominado hacia atrás, como si una vaca le hubiese pasado un lengüetazo, me reí de tan solo imaginarlo y justo en ese instante, él se percató que lo miraba y me guiñó un ojo. Maldita sea ahora pensaba que le andaba coqueteando. ¡Qué horror!

Yo solo tenía ojos alma y corazón para Peter, mi Peter y como hubiera querido que él esté aquí conmigo.

-         Los chicos van a comprar cerveza, nosotras vamos al barco y ya cambia esa cara, hay luna llena – Valerie se acercó a mí, y se puso a caminar a mi lado – Esa chica Mayra no me cae, mira mucho a Joao.

Joao es el enamorado de Valerie, un joven que le encanta tener el cabello rapado, tiene los ojos grandes y saltones y no me cae mucho, pero, Valerie ya es grande y sabe lo que hace, al fin y al cabo a ella tampoco le gusta Peter y no me dice nada.

Las horas pasaban y yo pensaba desesperadamente en que mi chico me llamara y me dijera que ya había salido del trabajo, era obvio que si, ya era pasada la media noche, asi que solo podía presumir que estaba tan cansado que se fue a su casa a dormir.

A pesar de la luna llena, del ligero viento que corría en verano y la compañía de mis amigas Valerie, Shirley y Roxana, no me sentía completa, ellas estaban con sus respectivos enamorados y los únicos que sobrábamos era la chica nueva y aquel chico que no dejaba de mirarme, Walter.

No sé cuantas latas de cerveza bebí, pero, sentía la lengua entumecida, Mayra estaba peor que yo, sé me había acercado y me hablaba de su vida.

-         Vivo en Miraflores, en Schell, seguro conoces – yo solo sonreí, no salía de casa mucho, así que no me sabía muy bien las calles de ese distrito salvo una.

-         Conozco Diez Canseco, ¿está cerca? – pregunté por no saber que más decir.

-         Dependiendo de qué cuadra – habló media mareada – yo tenía un enamorado que vivía por ahí, en el edificio San Carlos.

Me quedé helada, en ese edificio vive mi Peter, empecé a rememorar, Peter tenía la costumbre de hablarme de su vida pasada, en una de esas conversaciones me habló, cuando tenía catorce años y su primera enamorada, Mayra.

¡Por favor que no sea la misma!

-         ¿Cómo se llama tu ex? – le pregunté haciéndome la desinteresada.

-         Peter – Sonrió complacida, siguiendo la conversación – A veces nos vemos, ha cambiado, dice que anda con enamorada, pero, aun así cae cuando lo molesto.

-         ¿En serio?

-         Si, parece que tiene como un año y medio con ella y todavía nada de nada ¿puedes creerlo?

-         Me disculpas quiero ir al baño – Me levanté de la roca donde estaba y me dirigí a Valerie, ella al ver mi expresión se desasió del abrazo de Joao y vino en mi rescate.

-         ¿Qué pasó?

-         Quiero ir al baño.

-         ¿Estás bien?

-         Chicas ¿van al baño? Yo también quiero ir – Mayra me había seguido y ahora estábamos las tres, Valerie la miró de pies a cabeza, pero, como la muy mosquita muerta estaba ebria ni se dio cuenta.

-         Gina, podrías ir con Mayra – Habló Valerie acercándose un poco más a mí – Ni de vainas voy con ella, soy capaz de meterla en el retrete – me susurró, ni sé imaginaba que yo quería hacer lo mismo – tengo que hablar con Joao, ya vengo chicas.

-         Vamos – habló la fulana y solo la seguí.

En la playa hay esos baños de plástico en los que tienes que entrar, son incómodos, pero, que podía decir, se me quitaron las ganas ¡JA!

Mayra entró primero y yo me quedé afuera esperándola

-         Oye Gina ¿Y tú tienes novio? – gritó sobre la puerta del baño.

-         No.

-         Ahhh, yo si tengo.

-         ¿En serio? ¿Y le sacas la vuelta con el tal Peter? –pregunté más molesta aun, o tal vez feliz, total a él también le ponía los cuernos.

-         Peter, es como, ¡bah! , fue mi primer amor manyas, siempre que nos vemos tiene que pasar algo.

-         Hummh.

Una vez que ella salió del baño, yo me apresuré a meterme.

-         Voy a demorar – grité – anda con los demás.

No la escuché responder así que supuse que se había ido.

Intenté en vano contener las lagrimas, un año y medio con él, creyendo que era mi príncipe, que viviríamos juntos, el me engañaba, mi primer enamorado, digo el primero, aunque en realidad fuese el segundo porque el primero no valía, yo tenía catorce y duramos una semana y nunca nos besamos.

No sé cuando tiempo me quedé ahí, metida en aquel asqueroso retrete, pero, no quería salir, miré mi reloj de pulsera, la una de la madrugada. Pensé sacar mi celular y llamar al bastardo y gritarle reprocharle, y si tal vez todo era mentira, un invento de esa chica que ni si quiera conocía.

¿Qué hacer?

-         ¿Está ocupado? – La voz de un chico me sacó de mis pensamientos, horribles imagines que pasaban por mi cabeza. Abrí la puerta encontrándome con Walter.

-         Con que aquí te escondías, ¿estás bien? – Su rostro parecía en verdad preocupado, pero, a mí que me importa, seguro fingía como todos los hombres.

-         Tu amiga te está buscando, puedes creer que la otra chica Mayra se quedó dormida.

-         Vamos para haya, si no quieres hablar está bien, al menos sonríe, así se te ve menos fea – habló guiñándome otra vez el ojo.

-         Y si te parezco fea porque me miras ¡idiota!

-         ¿No es obvio? Me gustan las feas.

-         Eres un tarado.

-         Adivino, a ti te gustan los tarados.

-         Ya quisieras.

-         La verdad que sí.

-         En tus sueños.

-         Cuenta con ello.

Decidí dejar la conversación ahí, al menos me olvidé por un momento de Peter, este chico era un tarado, era obvio que tenía mi edad, con Peter nunca hablábamos así, ya que Peter tiene veinte años y yo apenas voy a cumplir dieciséis.

Ya iban a ser las dos de la madrugada, se suponía que me quedaría a dormir en casa de Valerie, como hacía todos los fines de semana, tomamos el taxi y todavía tuvimos que dejar a Mayra en su casa, en el trayecto pasamos por el edificio de Peter y se me hizo un nudo en la garganta.

-         Eres una mentirosa – me susurró Walter –él estaba sentado al lado mío en el carro – Valerie me dijo que tienes enamorado.



Notas de autor: Durante mis 15 años tuve mi primer enamorado, un joven mucho mayor que yo que lastimó mi corazón por primera vez y que hice? irme a los brazos del primer idiota que me dio un poco de cariño, quien díria que luego aquello se convertiría en una pesadillas violencia, engaños y embarazo. :c

Esta es mi vida y no es un cuento de hadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario